Desde un grano hasta una taza de café
Bienvenidos a la finca Villa Alejos, un lugar donde el tiempo parece detenerse y donde el café no es solo un cultivo, sino un poema escrito con las manos de generaciones de campesinos que han amado esta tierra. Hoy, nuestros queridos huéspedes tendrán el honor de vivir una experiencia que va más allá de lo ordinario. Guiados por Leandro, un campesino de segunda generación cuya vida ha sido tejida entre surcos y cafetales, se sumergirán en un viaje que celebra el arduo trabajo, la pasión y la conexión profunda con nuestra cultura cafetera.
El recorrido comienza al amanecer, cuando los primeros rayos del sol acarician las montañas y el rocío brilla como diamantes sobre las hojas de los cafetales. Leandro los recibe con una sonrisa sincera que anticipa la magia que está por venir. “El café es el lenguaje del corazón,” les dice mientras los invita a adentrarse en los senderos de la finca. “Hoy, no solo les mostraré cómo se hace el café, sino cómo se vive.”
A medida que caminan entre las hileras de cafetales, Leandro comparte historias que parecen salidas de un libro de cuentos. Habla de su padre, quien le enseñó a escuchar a la tierra, a entender sus ritmos y a respetar sus secretos. “Cada grano de café es una promesa,” les explica, mientras les muestra cómo se seleccionan manualmente los granos en su punto perfecto de maduración. Los huéspedes tienen la oportunidad de participar en la cosecha, sintiendo la textura suave de los granos entre sus dedos, conectándose con la tierra de una manera íntima y casi espiritual.
El siguiente paso es el proceso de despulpado y fermentación, donde Leandro les revela cómo se extrae la pulpa del grano y cómo este proceso, aparentemente sencillo, es en realidad un arte que influye en los sabores finales del café. “Aquí es donde el café comienza a cantar,” dice con una sonrisa, invitando a los visitantes a oler los granos fermentados, un aroma intenso y dulce que parece contener el alma misma de la finca.

Luego, el grupo se dirige al área de secado, donde los granos se extienden bajo el sol como un mosaico dorado. Leandro les habla de la paciencia que requiere este proceso, de cómo el sol y el viento trabajan juntos para transformar los granos en pequeñas joyas llenas de potencial. “El secado es como un abrazo prolongado de la naturaleza,” comenta, mientras los huéspedes ayudan a extender los granos con sus propias manos, sintiéndose parte de algo más grande, algo eterno.
El tour culmina en el beneficio, donde los granos se tuestan y se preparan para convertirse en la bebida que todos aman. Leandro les muestra cómo el tostado influye en el sabor y el aroma, finalmente, llega el momento más esperado: la cata de café. Sentados en un rincón acogedor de la finca, los huéspedes disfrutan de una taza de café recién hecho, aromático y lleno de sabores complejos. Cada sorbo es un viaje en sí mismo, una mezcla de notas florales, frutales y achocolatadas que cuentan la historia de la tierra y de las manos que la trabajan.
“Este café que están disfrutando es el resultado de horas de trabajo, de noches de preocupación y de días de esperanza,” dice Leandro con una voz cargada de emoción. “Es el fruto de nuestra tierra, de nuestro sudor y de nuestro amor. Hoy, ustedes no son solo visitantes; son parte de esta historia.”
Al final del recorrido, los huéspedes no solo se llevan el recuerdo de una mañana inolvidable, sino también una conexión profunda con la cultura cafetera de Villa Alejos. Han vivido, aunque sea por unas horas, la vida de un caficultor, y han descubierto que detrás de cada taza hay una historia de dedicación, tradición y amor por la tierra. Han tocado, olido y saboreado la esencia misma del café, y se han convertido en parte de su poesía.
En Villa Alejos, el café no es solo un producto; es un legado, un romance entre el hombre y la naturaleza. Y hoy, nuestros huéspedes han sido parte de ese romance, llevándose consigo no solo una taza de café, sino un pedacito de nuestra alma.
Precio $ 20.000 COP por Persona